lunes, febrero 27, 2012

Raza de Coral...



Esta vez en La Habana intenté alejarme de la "Vía Turista" y conocer un poco más a fondo a la gente que vive el régimen socialista y que por ello sufren uno de los bloqueos económicos más fuertes que puedas imaginar, un lugar donde se subsiste gracias al mercado negro, a los intercambios, a la buena voluntad, a los actos heroicos de todos los días.

Conocí la música local, la comida criolla, los pasatiempos de los desempleados, el difícil acceso a la medicina aunque el servicio médico sea gratuito, la necesidad de saber si son ciertas las cosas que se ven en televisión, en las telenovelas que tienen que rentar en DVDs porque no se transmiten en el régimen socialista, la necesidad de hablar con otros que no se burlen o aprovechen de sus carencias. Conocí lo difícil que es ponerle aire a una llanta ponchada, lo controladas que están las interacciones entre cubanos y extranjeros, las redes de espionaje tan eficientes con que controlan a cada uno de sus ciudadanos, los malabares que deben hacer para poder tener en sus mesas un poco de carne, leche y huevos; los bares que frecuentan los habaneros, maestros de música que inventaron los ritmos más sonados actualmente y que permanecen en el anonimato; conocí las tiendas y su limitado inventario de solo cebollas, ajos y unos cuantos tomates marchitos; los callejones sucios, malolientes y bulliciosos donde las palabras se convierten en gritos de una acera a la otra, donde la prostitución puede verse o intuirse donde quiera que voltees.

Pero también es cierto que conocí más que un pueblo necesitado y sometido, conocí a personas valiosas, conocí la mirada puesta en un futuro esperanzador, conocí la mirada dulce y tierna de la infancia, la camaradería que parece invadirlos a todos para hacer frente a la causa común de sobrevivir día tras día, la mirada de orgullo por el lugar de nacimiento, de su lugar en el mundo; la mirada que te indica que dentro de esa RAZA DE CORAL hay corazones enormes dispuestos a luchar sin tregua.

Espero que este conjunto de fotografías, de retratos callejeros, espontáneos, sin pose, sin ambientación y sin pretenciones - al que he puesto el nombre de Raza de Coral- te gusten y te conmuevan tanto como a mí.

lunes, febrero 06, 2012

Una pregunta temprana, una respuesta inconclusa...

Hace unos días mi sobrino de 6 años mientras rentábamos una película y así de la nada me pregunto que cosa era el Amor, supongo que algún título detonó la pregunta...y lo evadí, le dije que esa era una pregunta difícil y que yo aún no tenía la respuesta. El insistió, y yo insistí en evadir pero no quedó conforme y estoy seguro de que algún día volverá a hacer esa pregunta tan...tan particular. Así que Daniel, aquí tienes mi más elaborada respuesta...ojalá que llegado el momento tu puedas sintetizarla o aumentarla, que puedas descubrir que es mucho más, que puedas tocar los puntos inconclusos y que con los años, puedas decirme que lo sabes todo.

Déjame decirte para empezar que no será la última vez que te preguntes eso...un día cualquiera vas a despertarte y pensar, es este el amor? estas ganas de aprender palabras nuevas? este esfuerzo por ser mejor que ayer? mejor de lo que he sido? mejor que todo? son todas estas cosas insignificantes cargadas de repentino y valioso significado? son los ojos de ella mirándome? son los ojos tiernos del amor de mi infancia? la boca insensata y aprendiz de aquella niña que estuvo en tu adolescencia? los muslos tersos del primer encuentro apasionado?

Y quizás el amor sea la radio adivinando tus intensiones, ese sabor de su saliva que no olvidas, esas ganas enormes de gritárselo al mundo y ese miedo de susurrárselo al oído, es toda la adrenalina contenida en tu pecho, en tu respiración, son las ganas de sorprenderte a ti mismo solo para poder sorprenderla después, es esa interpretación nueva y enigmática del árbol de la vida, son esos silencios confortables y la elección cuidadosa de las palabras adecuadas para romperlo, es la incomprensión de tus reacciones y es la rara comprensión de lo tradicionalmente incomprensible, son los kilómetros de planes y los planes de kilómetros eternos, es ese tararear de música barata, esa sonrisa ante el apocalipsis, esa misión suicida y voluntaria, las ganas de descubrirte sedentario y acostumbrarte a no tener el control.

Pero el amor también muy probablemente sea pelearse y odiarse y reconciliarse con facilidad que asombra a los extraños, y adaptarte a las rutinas, entender y aceptar los errores de los otros, aceptar decisiones, imponer decisiones y bailar la misma canción año tras año, es buscar tu reflejo en otro cuerpo y en lo obscuro, es aceptar tu y su imperfección y lo perfecto de estar juntos, es aceptar el futuro sin maquillajes, sin trampas a la imaginación, sin promesas que no se podrán cumplir, es encontrar ese instante que servirá de refugio en tiempos venideros cuando la salud esté causando estragos y es acumular historias comunes que contar.

O quizás Daniel el amor sea esta sucesión de ausencias, esta continuidad de momentos que extrañar, este buscar y no encontrar, este cofre de recuerdos o ese almacén de los olvidos. El amor es la vida y es la muerte...y claro, sé que mi respuesta es confusa además de incompleta pero hay algo que si te puedo asegurar, por dolor o por placer, nunca vas a sentirte más vivo que cuando te estés muriendo de amor.